María Fernanda: Sin oportunidad de despedirme, el Covid me arrebató a mi bebé

Nathalie Gómez

El moño grande de tela blanca en la puerta anuncia el luto de la familia. Fernando Gabriel era el primer hijo de María Fernanda Ávila Hernández, se contagió de Covid-19 en febrero del 2021 y falleció a la edad de un año y cuatro meses.

A sus 15 años, supo de su embarazo de cuatro meses. Enfrentó miedos, dudas, pero la llegada de su bebé llenó de alegría su vida y la de su familia, también fue el primer nieto y primer biznieto.

“Nació por parto natural, muy sano. El problema fue que en febrero de este año empezó con vómito, lo llevé a consulta a Farmacias Similares, pero ya iba en deshidratación. Ahí me dijeron que no lo podían atender porque necesitaba canalizarse a un hospital”, recordó. 

Llegó al Hospital General Pilar Sánchez Villavicencio, de Huajuapan de León en la región Mixteca de Oaxaca, municipio en donde vive María Fernanda con su mamá y su abuelita.

Lo ingresaron de inmediato y le pusieron oxígeno porque su saturación era muy baja y comenzaba a convulsionar.

Fue el 12 de febrero del 2021. Fernando Gabriel tenía 10 meses de edad, le hicieron la prueba del SARS-CoV-2 y dio positivo.

El personal médico le suministró medicamentos, oxígeno, le controló sus convulsiones y estuvo hospitalizado casi un mes.

SOLIDARIDAD

María Fernanda y su pareja estuvieron prácticamente viviendo afuera del hospital general mientras su bebé estuvo internado. Les pedían medicamentos y recuerda que casi diario se le tenían que hacer estudios. 

La pensión de la abuelita de María Fernanda y el sueldo de su mamá, con quienes vive, fueron insuficientes.

Gracias a una señora que también tenía a su bebé internado, el caso se dio a conocer en redes sociales y mucha gente se solidarizó con ellos.

Les llevaron una casa de campaña, comida, cobijas, dinero. María Guadalupe Hernández Martínez, madre de María Fernanda, compartió que, en un mes, estiman que los gastos fueron de más de 50 mil pesos, recursos que como familia no tenían. 

“Mucha gente nos apoyó mucho y estamos inmensamente agradecidas porque, sin su ayuda, mi Gabriel no hubiera vivido el tiempo que vivió”, confiesa.

Por su estado de salud, el 23 de febrero fue trasladado a la capital del estado. 

Gracias a las gestiones, la familia no tuvo que pagar los gastos de la ambulancia para el traslado, ni la cuenta del hospital. Estando en la ciudad de Oaxaca, recibían dinero de su familia y vecinos.

Fue ingresado al área Covid del Hospital de la Niñez Oaxaqueña, con otros bebés, pero aislado.

Mientras Fernando Gabriel luchaba por su vida, María Fernanda y su pareja se esforzaban por resistir; rentaron un cuarto de mil 200 pesos que estaba a la vuelta del hospital, para estar al pendiente de él.

Algunos medicamentos les fueron dados en el hospital, la familia compró otros dos en 200 y 400 pesos.

Estuvo 15 días en aislamiento, luego lo pasaron al área de Medicina Interna, fue entonces cuando sus padres lo volvieron a ver y fue dado de alta el 23 de marzo.

“Me dijeron que su recuperación iba a ser lenta, pero que sí se iba a poder recuperar con sus medicamentos, rehabilitación y mucha paciencia”, compartió.

La estadía en Oaxaca se alargó por unas semanas más porque tenían que llevarlo a citas médicas posteriores.

ESPERANZA 

“Cuando regresamos a Huajuapan venía bien, no parecía un niño enfermo, estaba risueño como siempre, porque si algo le caracterizaba, era su alegría y que era muy cariñoso”, recordó María Fernanda.

Ya en su hogar, una casa ubicada en la colonia Del Maestro, en Huajuapan, de repente tenía fiebre o vómito.

“Me dijeron que no se podía enfermar porque eso podría retrasar su tratamiento, iba más o menos, pero comenzó otra vez con sus crisis convulsivas y con vómito. La última vez se debilitó mucho”, dijo María Fernanda.

Fernando Gabriel volvió a ser llevado al hospital general de Huajuapan el 21 de agosto, fue intubado porque las convulsiones eran incontrolables.

“Me dijeron que sus pulmones habían dejado de funcionar y que a uno de ellos le había entrado una infección y que estaba muy mal”, dijo ella.

“Le dije al personal médico que faltaban dos días para que terminara su aislamiento porque le había vuelto a dar Covid. Ellos lo metieron de inmediato al área de enfermedades respiratorias, y de ahí yo ya no pude estar en el hospital porque estaba embarazada y a punto de tener a mi segundo bebé”, recordó.

Al papá de Fernando Gabriel, que estaba al pendiente afuera del hospital, el personal médico le dijo que vendrían dos días cruciales, si sobrevivía a ellos, lo que seguiría es hacerle transfusiones de sangre.

“Le dijeron a mi yerno que podía pasar a verlo, entró, le dio ánimos, yo fui a pagar la luz porque nos la habían cortado, aún no llegaba a Comisión Federal de Electricidad (CFE) cuando me habló por teléfono, llorando, para decirme que Gabriel había fallecido”, dijo María Guadalupe.

SIN DESPEDIDA

Fernanda estaba en su casa y dos días después de tener a su segundo bebé, una vecina, muy apenada por la situación, tocó a su puerta.

Abrió y la señora le dijo que lamentaba mucho su pérdida; así supo Fernando Gabriel había fallecido.

María Fernanda tiene un gran dolor por haber perdido a su hijo, pero le pesa aún más el hecho de no haberse despedido de él.

“Cuando lo llevamos al hospital y lo ingresaron yo pensé que lo volveríamos a ver. Luego supe que falleció, pero no pude ir al sepelio porque estaba recién aliviada, me duele mucho porque siento que no me he podido despedir de él”, expresó.

Compartió que algunas veces lo sueña que está vivo y sonriente, incluso otras veces le parece escuchar su risa en la casa, en los espacios donde jugaba.

Después de que falleció, el cuerpo del bebé fue resguardado por una funeraria, por ser muerte por Covid-19 la familia se apresuró a conseguir un lugar para el sepelio en el panteón Jardines del Recuerdo, en la colonia donde habitan, vieron la cajita pequeña, sellada, a la que despidieron “de lejos”.

INTRANQUILIDAD

“Cuando nos hablaron de Oaxaca para preguntar si no íbamos a llevar a Gabriel a su cita, les dijimos que había fallecido. Su doctor dijo que lo que tenía el bebé no era para que falleciera, su diagnóstico era que iba a tardar, pero iba a salir adelante porque no estaba tan grave para morir y menos en tan poco tiempo”, informó María Guadalupe.

Además, el 3 de septiembre, en el hospital del IMSS de Huajuapan, a una familia le dieron en un ataúd la pierna de una persona adulta, en lugar del cuerpo de su bebé fallecido, situación que se dio a conocer en medios de comunicación el 8 de septiembre de este 2021.

“Ya teníamos esa intranquilidad de no habernos podido despedir de mi niño, pero fue peor después de esa noticia. Lo que nosotros quisiéramos saber es si de verdad nos entregaron a nuestro bebé, sin que se piense que queremos dejar en mal al hospital, pero para estar un poco más tranquilos”, dijo María Guadalupe.

“A su papá le pidieron entrar a verlo y en menos de una hora le dijeron que falleció y de ahí no permitieron que nadie más lo viera, sólo los de la funeraria para que lo prepararan, colocaran en la cajita y la sellaran”, explicó la abuelita de Gabriel.

Fernando Gabriel fue sepultado por su papá, su abuelita y unos tíos. Por la pandemia, no hubo velación, tampoco los nueve rezos como se acostumbra, a los nueve días se hizo una misa a la que asistieron ocho personas, las más allegadas. Tres días después se le colocó su cruz en la tumba donde descansa.

No hubo tiempo de bautizarlo, como a la familia le hubiera gustado, un sacerdote les envió agua bendita y un texto para que le leyeran mientras se la ponían en la cabecita, cuando estaba muy enfermo. 

Guadalupe recomendó a la gente que cuide mucho a sus hijos, que no los expongan, “porque es muy fuerte perder a un bebé y más en estas condiciones que ha obligado la pandemia, sin despedidas, sin compañía”.

Considera que, si las condiciones económicas fueran distintas, su historia no se estuviera contando de esta manera.

Bertha Rosalía Martínez Arias, bisabuelita de Gabriel trata de dar mucho ánimo a su familia. 

A su nieta, sobre todo, le dice que “se fue él, pero no le dejó sus manos vacías, porque está el bebé, eso es algo grande y milagroso, algo que viene de Dios, que es quien nos dará mucha fuerza”.

Fernando Gabriel es el único bebé que falleció por Covid-19 en el hospital general de Huajuapan durante el año 2021 y lo que va del 2022, de acuerdo a los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), que concentran las estadísticas de pacientes del SARS-CoV-2 en la entidad.

Su acta de defunción especifica que la causa de muerte fue: “Covid-19 de seis días, estado epiléptico seis días, neumonía atípica de dos días y encefalitis autoinmune de un año”.

LAS DEFICIENCIAS

Las dos ocasiones de contagio fue atendido en un hospital obsoleto, que durante esta pandemia contó con cinco camas para pacientes Covid y una para pediátricos, que llegaron a ser insuficientes para la población que debía atenderse.

Desde el 31 de diciembre de 2020 hasta el 25 de febrero del 2021, se tuvo la peor situación en el hospital. 

Se saturó el área Covid y había una lista de espera que llegó a tener unas 15 personas, de las cuales no todas lograron sobrevivir.

La estrategia a la que recurrió el personal fue enviar a las personas enfermas a sus domicilios, con oxígeno, vía telefónica se les monitoreaba y recetaba.

Hubo gente que se fue a clínicas y con doctores particulares, pero ahí lo complicado era el costo. En la segunda ola, sobre todo, conseguir un doctor o enfermera era complicadísimo. 

Había quienes cobraban 2 mil 500 pesos por ir a un domicilio a aplicar una vacuna a un paciente Covid. Otras personas cobraban 5 mil por ir a darles seguimiento, revisar su oxigenación, suministrar medicamento, hacer sus nebulizaciones, un rato nada más.

En Huajuapan hubo escasez de oxígeno, principalmente en los meses de enero y febrero, mes en que se contagió Fernando Gabriel por primera vez. 

El hospital Pilar Sánchez Villavicencio tuvo que atender con el 60 por ciento del personal, de un total de 262; es decir, cerca de 150 trabajadores, porque el resto se mandó a resguardo pues padecían diabetes, hipertensión, obesidad.

“Había personal médico, de enfermería, paramédico, y administrativo, pero hubo un momento en el que ya no teníamos médicos para poder entrar a esa área y los compañeros se empezaron a enfermar. Los que se hacían cargo eran los médicos internistas”, explicaron trabajadores del sector salud del hospital general.

Éste se creó en 1982 como un Centro de salud y sus 30 camas han sido insuficientes, por lo menos las últimas dos décadas, al grado, muchas veces, de que pacientes han sido atendidos en los pasillos.

Este hospital tiene la responsabilidad de atender una población de 90 mil habitantes, y un área de influencia de 198 mil personas de 54 comunidades de la región.

PROMESAS INCUMPLIDAS

Tendría que ser sustituido por un hospital que, además, contaría con una de las 50 salas de labor que habría en diversos hospitales de la entidad oaxaqueña, tendría 60 camas, hospitalización, dos quirófanos.

En tres hectáreas de superficie se construiría un inmueble de 11 mil metros cuadrados de edificación, beneficiando a 117 mil habitantes de la región.

El costo total de la obra era de 170 millones de pesos, 83 millones de una primera etapa, a lo que se agregaría el equipamiento, por lo que, en total, la inversión sería de 285 millones.

De ellos, había la “orden de 83 millones, ya puestos en cartera”, anunciaron las autoridades estatales encabezadas por el ex gobernador Gabino Cue Monteagudo, un 5 de febrero de 2014, con la presencia de diputadas locales y federales, autoridades municipales, personal médico que ya había presenciado cuatro colocaciones de primeras piedras por la misma obra.

El ayuntamiento de Huajuapan de León en la administración 2014-2016, interpuso la controversia constitucional 38/2015.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó al Gobierno del Estado de Oaxaca construir el hospital y le dio 18 meses para hacerlo.

Sin embargo, para este mes de marzo de 2022, en el predio de la agencia Agua Dulce donde tendría que estar el tan anhelado y urgente hospital, sólo hay montículos de tierra y una pequeña represa, incluidos algunos peces.

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