*Andoeni, su pequeña hija, nació en plena pandemia
* En Oaxaca, las muertes maternas asociadas a Covid-19 suman 33 de febrero de 2020 a febrero de 2022
Paulina Ríos Olivera
Andoeni Micaela nació el 15 de octubre de 2021. Flor pequeña (Andoeni en otomí) es una de las 58,301 “niñas pandemia” porque nacieron en Oaxaca después de febrero del 2020, cuando se determinó que el mundo estaba invadido por el nuevo virus SAR-CoV-2.
Y aunque no fue un embarazo planeado, fue una bebé muy amada desde el momento en que Coral y Miguel -madre y padre- y toda la demás familia de ambos supieron que venía en camino.
El embarazo de Coral transcurría con toda la normalidad posible que puede tenerse en un ambiente en el que la acechante sombra del coronavirus acompaña el diario vivir de las personas.
Durante uno de tantos repuntes de la pandemia, en el centro laboral de Coral se presentó un brote pese al incremento de medidas sanitarias que se implementaron.
Sabiendo del riesgo que corría, también tomó sus precauciones y laboró menos tiempo; sin embargo, se contagió a finales de su segundo trimestre de embarazo.
Fueron días de pánico para la joven que sería madre por primera vez y tras saberse infectada buscó la forma de atenderse lo más rápido posible debido a que es asmática, padecimiento bronquial que incrementa el riesgo de complicaciones y/o muerte ante el coronavirus.
“La verdad, fue muy traumático para mí, ningún médico particular me quería atender porque estaba embarazada. Tuve mucha tos, diarrea, perdí la vista, estuve con tanque de oxígeno, se me coaguló la sangre, me internaron porque estuve a punto de una trombosis.
“El mayor temor que tuve durante mi embarazo era que pudiera perder a mi bebé, y después de la Covid fue que mi hija pudiera nacer con una discapacidad o una malformación por todos los medicamentos que tomé, mucho cortisol; también me hicieron muchas radiografías.
“También eso te genera muchísimo estrés, porque te hacen firmar muchas responsivas por mi embarazo. Que mi hija pudiera tener una malformación por toda la radiación que yo tuve en ese momento era lo que más preocupaba”, recuerda.
Al respecto, el maestro en Psicoterapia Hernán García Cortés explicó que el estado fisiológico de las mujeres cambia cuando se saben embarazadas, sienten miedo y estrés por la llegada un nuevo ser, pero con la pandemia esos miedos y temores se exacerbaron.
El también titular de la Coordinación del Componente Violencia de Género en los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) explicó que sin estar en pandemia las mujeres que se embarazan aumentan su estrés entre un 12 y 15 por ciento.
Sin embargo, las mujeres que se han embarazado en pandemia han aumentado sus niveles de estrés en más del 30 por ciento.
Indicó que, de acuerdo con estudios realizados, durante los dos primeros años de la pandemia por Covid-19 las embarazadas duplicaron los porcentajes de estrés y en algunos casos lo triplicaron; es decir, mantuvieron niveles entre el 30 y 45% más.
Por ello, considera que todas las embarazadas deben recibir atención psicológica, lo que -aseguró- se hace en todos los Centros de Salud; sobre todo con aquellas mujeres que sienten ansiedad, tensión corporal, ganas de llorar, buscan aislarse, les falta el aire.
Con muchos gastos en medicamentos, rayos X, análisis clínicos y consultas privadas que corrieron por su cuenta, Coral logró superar la Covid-19 y no formar parte de las estadísticas de muerte materna asociadas a Covid.
En Oaxaca, las muertes maternas asociadas a Covid-19 suman 33 de febrero de 2020 a febrero de 2022; que corresponden a 8 en 2020, 22 en el 2021, y 3 hasta febrero de 2022.
La cifra del primer año de pandemia declarada en México podría ser más elevada, porque no se sabía nada del comportamiento del virus SAR-CoV-2, ni cómo impactaba, por lo que pudieran ser más de 8 los casos, advierte la doctora Clara Jerónimo Cruz, jefa del Departamento de Vigilancia Epidemiológica de los SSO.
A poco más de dos años del inicio de la pandemia, las posibilidades de evitar en mayor medida las muertes maternas asociadas a Covid son más altas, pues ya se conoce más del virus y se tienen más medicamentos, pero no por eso hay que bajar la guardia, señala Jerónimo Cruz.
Y en la vida de Coral, aunque pudo superarla, la Covid-19 le dejó más sinsabores. Se quedó sin trabajo porque su patrón prefirió pagarle una buena indemnización y no correr más riesgos con ella por su comorbilidad.
También, a pesar de ser derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la atención que recibió en este lugar para ella dejó mucho qué desear y solo lo requirió otra vez para el parto, en el que -por si fuera poco-, sufrió violencia obstétrica.
A la fecha, no ha recibido ningún tipo de apoyo sicológico y aún vive con angustia porque la pandemia no se extingue y ahora también le preocupa que la pequeña Andoeni pueda contagiarse o ella volver a tener el coronavirus y no poder tomar ni siquiera algún té para mitigar los efectos, pues para ella son contraproducentes.
Para evitar el contagio a su bebé y a su familia, “se desinfectan de pies a cabeza” siempre que llegan a su casa, o cualquiera que lo haga. También cuando tiene que salir, el spray o gel desinfectante no puede faltar en su bolsa, además del cubrebocas.
“Para la nena, evitamos que alguien la cargue sin cubrebocas, si vienen a visitarla. Para nuestros cubrebocas tenemos un área exclusiva para ponerlos ahí, para la nena, evitamos además que alguien la cargue sin cubrebocas”, finaliza.